Fútbol

“Pipo” Acotto, 30 años “sacando” pibes de la calle para llevarlos al potrero

“Pipo” camina por las calles de barrio Monte Grande, uno de los más humildes de la ciudad de Río Tercero, en el interior de Córdoba, y siente el grito de los pibes: “¿Cuándo arrancamos, ‘Pipo’?”.

“Pipo”, que es Elvio Acotto, se da vuelta y abre sus manos, como quien no tiene una respuesta. “Ando loco por pisar una cancha, no sabes cómo estoy”, cuenta.

Elvio, a sus 45 años, es muchas cosas: un reconocido ex jugador de fútbol de la Liga Riotercerense, un “canillita” con su clásico puesto de diarios y revistas, un técnico ganador en la Primera División de esa misma liga y un padre de familia. Y, además de todo eso, un tipo que respira fútbol. Un formador.

Un hombre que siendo un adolescente, a sus 16 años, arrancó una escuelita de fútbol en ese barrio Monte Grande a la que le dio vida y en 2021, si la pandemia lo permite, festejará sus 30 años de existencia. 

Sin jamás cobrarle una cuota a nadie y sin recibir pago alguno. Solo el hecho de ayudar a los chicos de ese sector donde falta de todo. Pero “Pipo” nunca faltó y allí seguirá estando, mientras su locura por el fútbol no se apague.

“Empecé con la escuelita en el año ‘91 acá en el barrio, yo tenía 16 años, recién empezaba a jugar en la primera de Atlético Río Tercero. Siempre viví en el barrio y un día me invitaron a armarla. El fútbol era y es mi locura y empecé a juntar a los chicos, a sacarlos de la calle. Me entusiasmé y le metí para adelante. Muchos chicos que han jugado en la Liga de Río Tercero y están jugando ahora salieron de acá. Y no la dejé nunca… Siempre me hacía un tiempo”, le explica a Mundo D.

Eso de “hacerse un tiempo” es porque Acotto siempre mantuvo su escuelita de fútbol a la par de su trabajo como “canillita” y también su vida como jugador y, luego, como técnico de clubes.

Como futbolista jugó en Atlético Río Tercero, en Argentino Colonial Los Cóndores y Agrario Corralito. Era un volante central que nunca se achicaba.

Y cerca del retiro, en Corralito, empezó a dirigir también en inferiores, su gran pasión.

Obvio, sin abandonar jamás a los chicos del barrio.

“Acá todo es a pulmón, nunca se le cobró cuota a nadie. Siempre con el apoyo de los padres, obviamente. Me ha gustado sacarlos del barrio a los pibes y llevarlos a jugar a otro lado, a campeonatos y torneos. Monte Grande es un barrio muy humilde y hay pibes que nunca habían salido de acá, que me venían a entrenar descalzos en pleno junio. Al barrio no lo dejé nunca. Llevo 21 años dirigiendo en la Liga, pero con la escuelita siempre, siempre. Tengo mi kiosco de diarios y revistas, se va mi señora al kiosco y yo me vengo al barrio a entrenarlos. Terminamos, le damos la merienda a los pibes junto al centro vecinal y me voy al club. La familia (su mujer Nora y sus hijas Rocío y Lara) me apoyan como loco. Mi vida es el fútbol. Ver la alegría de estos chicos, es impagable. A mi me llena el alma conseguirles unas zapatillas. Acá traes una pelota y unas pecheras, y es el paraíso para ellos”, agrega “Pipo”, que siempre se negaba a agarrar una Primera División.

“Yo no quería agarrar una Primera División, porque lo mío eran los chicos, el fútbol infantil y la reserva. En 2014 justo al club le va mal y el técnico de Ascasubi renuncia. Quedaban siete fechas y el equipo iba anteúltimo. Me engancharon justo… Me pidieron que les hiciera el favor y esa gente siempre se portó muy bien conmigo. No les podía decir que no. Supuestamente era por esos partidos… ganamos seis y empatamos uno. Clasificamos y salimos campeones en la final ante Atlético Río Tercero. Ese mismo día, en los festejos, ya empezaron a pedirme que siguiera. Me empecé entusiasmar. En 2015 salimos campeones provinciales, teníamos un equipazo. Me fue muy bien”, relata Acotto.

Miren si le fue bien: logró cuatro títulos con Ascasubi (tres de Liga más un Provincial) y desde 2018 está como DT en Agrario Corralito, donde fue bicampeón de la Liga y participó del último Torneo Regional Amateur (el club llevaba 20 años sin ganar títulos a nivel regional).

“No paré nunca, esto ha sido mi locura. Y estar con los chicos del barrio es lo que más disfruto. Mil veces me convenía dejar la escuelita y tomar categorías en un club, pero nunca lo hice. Mi intención fue que salgan de la calle y tantas cosas feas que hay dando vuelta. Hoy vienen chicos que son grandes y me agradecen lo que hice por ellos. Eso es lo que más me emociona”, expresa “Pipo”, que asegura que ha llegado a tener 100 chicos en los mejores momentos, a los que entrena tres veces a la semana, por las tardes. Estos chicos también supieron formar parte de las inferiores de Corralito y Ascasubi, llevados por “Pipo”.

ergio Vilallón fue uno de esos chicos que Acotto sacó de la calle. Hoy es el presidente del Centro Vecinal Monte Grande. Y, juntos, trabajan para la gente del sector.

“Yo nací y crecí en el barrio. Cuando tenía cinco años empecé en la escuelita y hoy me toca ser presidente del centro vecinal. Este es uno de los barrios más grandes de la ciudad y el fútbol ha sido un lugar de contención para los chicos, que salen de la calle y tienen un incentivo. ‘Pipo’ es muy respetado y querido por todos. Nos inculcó valores, principios, disciplina y generó esto para el barrio. Nunca dejó de estar con los chicos sin cobrar nada, haciendo todo de corazón. Estoy convencido que a través del fútbol se puede sacar a los chicos de la calle. ‘Pipo’ nos marcó y nos guió a todos, como lo sigue haciendo”, dice Villalón.

Acotto espera que pase la pandemia, porque está “entusiasmado” con la idea de armar una liga barrial en Río Tercero, junto a la Municipalidad y la Cooperativa.

“Es una idea muy linda y la vamos a hacer. Acá hay como 27 barrios. Yo nunca pedí nada a los políticos, pero me gusta esa idea para ayudar. Yo he trabajado siempre en mi kiosco de diarios y revistas. Es un laburo bravo, que no tiene días libres. He salido campeón un domingo y el lunes a las cuatro de la mañana ya estaba recibiendo los diarios y abriendo para hacer el reparto”, se sincera.

“No sé hasta cuándo seguiré en esto. A veces parece que soy más viejo, pero es porque arranqué de muy pibe. Pero claro, por ahí estoy un poco cansado. Tengo suerte que se dan los resultados en el fútbol, me fue bien y me llaman para trabajar. Siempre que llega fin de año digo: ‘el año que viene paro’. Y mentira. Siempre sigo… Ahora cuando me ven en la calle, los chicos del barrio me gritan: ‘¿Cuándo arrancamos?’. Y yo ando desesperado por arrancar. Como te dije, soy un loquito de esto. Y no voy a dejarlo más”.

FUENTE: MUNDOD


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