Historias del Gen Dominante

Futbolistas de colección: José Omar “Pollo” Beccerica

Nació en Laguna Larga el 18 de septiembre de 1953 y llegó de niño a la zona rural de Río Tercero, cuando su familia vino a trabajar el campo de los Nicola. En el año 1963, se instalaron en la ciudad, en el Barrio Norte, en una casa de la calle Del Carmen.

Como todo hijo de trabajador rural, comenzó jugando al fútbol en el popular Club Banfield de Los Potreros, donde ganó varios campeonatos de barrio y torneos relámpagos que se realizaban en aquellos años.

En 1969 llegó al club Sportivo 9 de Julio y el gran detector de talentos, Nicolás Adamo, lo hizo debutar en Primera División en 1970, con tan solo 17 años.

Sus grandes condiciones como marcador central, le permitieron que dos instituciones del fútbol grande como Newell´s Old Boys de Rosario y San Lorenzo, estuvieran interesado en él, pero para sus padres la prioridad era el trabajo.

En 1973 salió campeón con 9 de Julio y ese año junto al “Charo” Rodríguez, fueron considerados los jugadores de mejor proyección que tenía la liga local.

Al año siguiente, mientras estaba realizando el servicio militar en la Compañía Seguridad de la Fábrica Militar Río Tercero, se presentó un dirigente del Club Atlético Belgrano de Córdoba, para comunicarle que había sido transferido a esa institución.

José “Pollo” Beccerica y Miguel “Charo” Rodriguez, dos riotercerenses ídolos del fútbol cordobés.

En el equipo “pirata” debutó en el Nacional del 74’ y también jugo el del 75’. En 1976 como Belgrano no clasificó para dicho torneo jugó a préstamo para Gimnasia y Esgrima de Jujuy. En la temporada 77/78 volvió a Belgrano, convirtiéndose en el mejor jugador de Córdoba.

En 1979 el “Pollo” estaba en el mejor momento de su carrera deportiva e integró la Selección Nacional en la Copa América. Luego tendría el orgullo de ser capitán del equipo argentino que jugó los Panamericanos en Puerto Rico, donde obtuvo la medalla de bronce.

Ese año, Enrique Sívori lo solicitó para Racing de Avellaneda y cuando estaba haciendo una gran campaña sufrió la rotura del tendón rotuliano, una grave lesión, de la cual le llevó un tiempo recuperarse. En 1980 fue también a préstamo a Independiente Rivadavia de Mendoza y en 1981 jugó el último año en Belgrano. Entre 1974 y 1981 jugó 194 partidos oficiales en el “celeste de Alberdi”, siendo capitán en varias temporadas, con 12 goles. En 1982 pasó a préstamo a Instituto Atlético Central Córdoba, jugando 52 partidos oficiales y convirtió dos goles.

En 1983 fue transferido a Talleres de Córdoba donde jugó hasta 1985. En el equipo albiazul realizó en 1984 una de las mejores campañas, después de la recordada final perdida contra Independiente en 1977. Allí jugó 92 partidos oficiales y convirtió más de 30 goles.

En una gira que Talleres realizó por Sudamérica, Beccerica tuvo grandes actuaciones y fue comprado a finales de 1985 por Destroyers de Bolivia. Resultó figura e ídolo del fútbol del vecino país, a tal punto que fue naturalizado como ciudadano boliviano. El 30 de diciembre de 1991 con 38 años de edad jugó su último partido en el Blooming de Bolivia, después de 18 años en Primera División como jugador profesional.

Beccerica con la pelota y como capitán en el Belgrano de 1980.

En todas las instituciones que debió jugar tuvo que pasar la difícil prueba de reemplazar a grandes jugadores y referentes importantes del equipo. Cuando llegó a Belgrano debió cubrir el puesto de Tomás “Tito” Cuellar, todo un emblema del equipo “Pirata”. En Instituto su misión fue que no se notara la partida de Miguel “Gata” Olmedo y la de su amigo Miguel “Charo” Rodríguez. En Talleres le tocó reemplazar nada menos que a Luis Adolfo Galván y en Racing de Avellaneda a Roberto Perfumo.

Sin embargo, su entrega y profesionalismo siempre le permitió ganarse el respeto de sus compañeros y la aprobación de su hinchada. Tenía la virtud de ser un excelente “tiempista”, pero además un gran pateador de penales y efectivo cabeceador, por lo que se destacó como goleador a pesar de su posición de defensor.

FUENTE: Libro NUESTRO GEN DOMINANTE – Marcelo Calderón


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