Alfredo Altamirano: “El Caballero del Volante”
Alfredo Antonio Altamirano nació en Rio Tercero el 15 de Enero de 1954. Quizás por las historias que su abuelo le contaba del ídolo local, Francisco Massini, quien fue uno de sus grandes amigos, o el incesante rugir de motores que escuchó desde chico en la gomería que su padre tenía en la ciudad; Alfredo desde niño tuvo pasión por los fierros.
En el año 1973 cuando estaba en Córdoba, estudiando para Contador y Licenciado en Administración de Empresas, entre los trabajos que realizaba para mantenerse, se ocupaba de llevar la contabilidad del Taller de “Nico Zappegno”, quien por entonces corría en Turismo Nacional.
En este taller se preparaban varios autos para competir. En una oportunidad, faltó un piloto para una carrera a horas de la largada; fue así que le ofrecieron a Alfredo conducir un Renault 12, ocasión que no dejó pasar, para darse un gusto que siempre había tenido.
Cinco años después de aquella experiencia, Altamirano comenzó a correr con un Fiat 128 IAVA, en el torneo zonal cordobés, preparado por “Cacho” Haedo. También participó de algunas pruebas por el Campeonato Nacional de Turismo en 1980, pero siempre sin obtener resultados interesantes.
A mediados de los 80’ los Altamirano eran representantes oficiales de neumáticos Pirelli en Rio Tercero y Mario Stillo lo era en Villa María. La amistad cimentada en una relación comercial y la pasión por el rally, llevó a Alfredo acompañar a Mario Stillo como ayudante en los auxilios, cuando el “Colorado” era piloto de Renault Argentina. Allí fue cuando Alfredo Altamirano se dio cuenta que quería ser corredor de rally.
Primero consideró correr con un Renault 12 TS, pero debido a que grandes pilotos como Torrás, Raies o Stillo, participaban con ese modelo, se decidió por el VW Gacel, un auto que se había presentado recientemente y del cual no se tenía la menor experiencia para este tipo de carreras.
“La cuestión es que cuatro horas después de comprar el auto, estaba en mi taller en pleno proceso de desarme. La idea era debutar en el Rally de Argentina 84’ y para eso trabajamos a destajo junto a un equipo integrado por los hermanos García de Rio Tercero y Don Alarcón, quizás el mejor chapista del país”, contaría tiempo después en un reportaje para la revista Corsa.
Si bien los ingenieros Feijoó y Mayer de Volkswagen Argentina colaboraron con la ficha de homologación del vehículo a la empresa no le interesaba en ese momento apoyar intervenciones particulares en el rally. Ante el desinterés de la fábrica VW y sus concesionarios, Alfredo Altamirano decidió ocuparse personalmente de todos los desarrollos necesarios.
El coche finalmente debutó para el Rally Mundial ‘84, pero por un problema en la caja debió abandonar, este fue el prólogo de una serie de abandonos por diferentes problemas mecánicos. En el Rally Pagos del Tuyú, estuvo a punto de quedarse con el primer triunfo después de ganar dos primes, pero también debieron abandonar con la llegada a la vista.
Fue en el Rally de La Rioja ‘85 cuando el VW Gacel logró finalizar por primera vez, terminando sexto en la general y cuarto en su categoría, la clase 2. En 1985, después de algunos abandonos más, terminó con una 8º posición general y 5º en la clase 2 en San Luis y una 7º posición general y 2º en la clase 2 en el Rally de las 24 Horas.
A partir de 1986 Altamirano comenzó a ser gran protagonista del Campeonato Argentino de Rally en la división intermedia. No había carrera donde Alfredo no ganara primes de clasificación, siendo el logro más importante una 2º posición en la general y 1º en su clase en la tradicional Vuelta de la Manzana en Rio Negro. Ese año Rio Tercero realizó la primera Edición de la “Noche del Deporte” donde Alfredo Altamirano fue elegido como el “Deportista del Año”.
Para 1987 el VW Gacel conducido por Alfredo Altamirano, quien tenía como navegante a Carlos Guerra, ya era ganador. Hasta entonces, la queja de todo el equipo Renault de Rally, era la falta de competitividad que tenía la categoría. No fue precisamente una marca, sino el propio Alfredo , el que comenzó a mover los engranajes para cambiar la situación. Aquí reside la importancia, que nuestro piloto comenzó a tener para el desarrollo del Rally Argentino.
Con un tímido apoyo de VW Argentina, Alfredo Altamirano desarrolló por su cuenta el único conjunto piloto-auto-equipo que comenzó a inquietar a todos los modelos de Renault.
Su constancia y trabajo silencioso tuvo su reconocimiento cuando el 20 de marzo de 1987 hizo vencer por primera vez un producto completamente VW en la Vuelta de la Manzana, al quedarse con el 1º lugar en la general y en la clase 2. Luego llegaría una 2º posición en Villa Dolores y un 1º lugar en La Rioja, compitiendo también en la clase 2.
Su VW Gacel ya corría de igual a igual, con los autos más rápidos del rally, el 3º lugar en la general de ambas competencias así lo certificaban. A mediados de 1987 Altamirano llevaba ganados 35 primes, todo un récord para un vehículo VW después de tantos años de dominio Renault.
Para la 14º edición del Gran Premio de la Hermandad, que unía Tierra del Fuego con Puerto el Porvenir en Chile, Altamirano, ya era el “correcaminos” venciendo en la general y en la clase 2 con un impresionante promedio de 138,39 Km por hora.
Alfredo Altamirano a finales de los ’80 era uno de los pilotos más ganadores del Rally Argentino, pero sus compromisos comerciales estaban primeros, por lo que en varias oportunidades debió cancelar carreras que lo perjudicaron a la hora de las estadísticas para la historia. Altamirano figura como subcampeón argentino de rally en la clase 2 de los años 1986 y 1987 cuando en realidad fue el gran dominador de todas las competencias.
Los años ‘90 encontraron a Alfredo desarrollando un Volkswagen Carat 2,0, auto con el que logró un segundo puesto en Gran premio Argentino (27).
A finales del año 1991 este perseverante, obstinado y correcto piloto se retiró de las competencias y será recordado por siempre como un verdadero “caballero del volante”.
Francisco Massini en los comienzos del automovilismo local y Alfredo Altamirano después, fueron los grandes pilotos riotercerenses que marcaron el camino para que otros jóvenes, años más tarde, engrandecieran aún más nuestra rica historia en los deportes mecánicos.
FUENTE: Libro NUESTRO GEN DOMINANTE de Marcelo Calderón